Antes de que la química fuera una ciencia, existía la alquimia. Una de las misiones supremas de los alquimistas era la transmutación de metales en oro, en particular, convertir el plomo en oro.
El plomo (número atómico 82) y el oro (número atómico 79) se definen como elementos por el número de protones que poseen. Cambiar el elemento requiere cambiar el número atómico (protón). El número de protones en un elemento no se puede alterar por ningún medio químico. Sin embargo, la física moderna ha demostrado que el plomo se puede convertir en oro mediante la alteración de los protones en el núcleo de un átomo. A pesar de que el plomo es estable, forzarlo a liberar tres protones requiere una gran entrada de energía, tanto que el costo de transmutarlo supera en gran medida el valor de cualquier oro resultante.
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Historia
La transmutación del plomo en oro no es solo teóricamente posible, ¡se ha logrado! Se ha informado de que Glenn Seaborg, Premio Nobel de Química de 1951, logró transmutar una pequeña cantidad de plomo en oro en 1980, lo cual es un ejemplo claro de cómo se puede convertir el plomo en oro a nivel práctico. Un informe anterior (1972) detalla un descubrimiento accidental por físicos soviéticos en una instalación de investigación nuclear cerca del lago Baikal en Siberia de una reacción que había convertido el blindaje de plomo de un reactor experimental en oro.
Transmutación Hoy
Hoy en día, los aceleradores de partículas transmutan elementos de forma rutinaria. Una partícula cargada se acelera utilizando campos eléctricos y magnéticos. En un acelerador lineal, las partículas cargadas se desplazan a través de una serie de tubos cargados separados por espacios. Cada vez que la partícula emerge entre huecos, se acelera por la diferencia de potencial entre segmentos adyacentes.
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En un acelerador circular, los campos magnéticos aceleran las partículas que se mueven en trayectorias circulares. En cualquier caso, la partícula acelerada impacta contra un material objetivo, golpeando potencialmente protones o neutrones libres y formando un nuevo elemento o isótopo. Los reactores nucleares también se pueden usar para crear elementos, aunque las condiciones están menos controladas.
En la naturaleza, los nuevos elementos se crean agregando protones y neutrones a los átomos de hidrógeno dentro del núcleo de una estrella, produciendo elementos cada vez más pesados, hasta el hierro (número atómico 26). Este proceso se llama nucleosíntesis. Los elementos más pesados que el hierro se forman en la explosión estelar de una supernova. En una supernova, el oro puede transformarse en plomo, pero no al revés.
Si bien puede que nunca sea común transmutar el plomo en oro, es práctico obtener oro a partir de minerales de plomo. Los minerales galena (sulfuro de plomo, PbS), cerusita (carbonato de plomo, PbCO3), y anglesita (sulfato de plomo, PbSO4) a menudo contienen zinc, oro, plata y otros metales. Una vez que el mineral ha sido pulverizado, las técnicas químicas son suficientes para separar el oro del plomo. El resultado es casi alquimia.
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